05 sep 2014 , 12:42

¡Luz, cámara y mucha acción!: el "cine guerrilla" se impone en Ecuador

Cedeño convirtió en películas historias de violencia, venganza y amor con las que creció en Chone.

Sus guiones y técnicas espantan, pero Fernando Cedeño logró que sus películas de "cine guerrilla", sobre sicarios campesinos, con armas de verdad y antigalanes como protagonistas, sean tan o más vistas que cualquier otra de Ecuador.

 

A sus 46 años, este comerciante de madera de la ciudad de Chone, a unos 260 km al sureste de Quito, ya dirigió y actuó en cinco largometrajes de bajísimo presupuesto, pese a que nunca pisó una escuela de cine ni recibió apoyo estatal.

 

Una cifra nada despreciable en un país donde el año pasado hubo 13 estrenos nacionales, la mayoría financiados por el Estado, pero que hasta hace una década difícilmente contaba con más de una producción local al año.

 

"Esto es 'cine guerrilla' porque estamos fuera de las reglas, de las leyes" y de los circuitos comerciales y porque "los actores profesionales jamás aceptarían grabar en nuestras condiciones", dice Cedeño.

 

De hecho, varios de quienes aparecen en sus cintas son taxistas, pintores o profesores que solo graban los fines de semana y cobran poco o nada, aunque los rodajes pueden resultar peligrosos. 

 

Cedeño, que nunca contrata dobles, casi mata a un amigo con una bala real durante una escena de persecución en un río. "Sólo quería ver la espalda para saber si estaba sangrando. Cuando salió del agua, pensé 'No lo maté'. No se lo dije para que no tuviera miedo".

 

El director del Consejo Nacional de Cinematografía de Ecuador (CNCE), el cineasta Juan Martín Cueva, dijo que el "'cine guerrilla' circula de manera muy masiva" e informal, por lo que es difícil cifrar su impacto. Los distribuidores, sin embargo, corroboran su éxito.

 

Mientras 250.000 espectadores ven cada año películas ecuatorianas en las salas, Cedeño asegura que solo una de sus producciones vendió más de 1,2 millones de copias, la gran mayoría piratas, por lo que no obtuvo ganancias. Según sus cálculos, hay una veintena de "cineastas guerrilleros" en Ecuador.

 

 

"Machista, violento, sexista y sangriento" 

Cedeño convirtió en películas las historias de violencia, venganza y amor con las que creció en Chone, una ciudad de 132.000 habitantes en la provincia costera de Manabí, donde, según dice, antaño era común contratar pistoleros para un ajuste de cuentas.

 

El tema inspiró su película "Sicarios manabitas", en la que contó con la colaboración para el guión de un sicario campesino, bajo una advertencia: si revelaba su identidad lo mataría. Este filme de 2004, que costó 1.000 dólares, fue grabado con una cámara casera. Cedeño sacó 1.000 copias y las vendió en buses, pero luego supo que se habían hecho más de un millón de DVDs ilegales.

 

Después de ese "éxito" realizó en 2012 "El ángel de los sicarios", pero esta vez decidió distribuir él mismo las copias a 1,6 dólares, que llegaban al público a tres dólares.

 

"Mucha gente me pide estas películas por curiosidad", dice Sandro Mendoza, dueño de una tienda de videos en Chone, donde transcurren casi todos los filmes de Cedeño.

 

Un sábado reciente, el cineasta apareció en un parque de la ciudad con sus "soldados", como llama a sus colaboradores. La escena es simple: Milton Escobar, un policía gordo y calvo con aires de Bruce Willis, debe asaltar, con dos secuaces y ametralladoras de juguete, a una pareja que lleva un maletín y huir. 

 

Dos policías en moto aceptan colaborar. De repente, a Cedeño se le ocurre que los "malos" se cuelen en un desfile estudiantil, que estalla en pánico ignorando que es una ficción. Escobar dice que quiere actuar en la próxima película así "sea gratis". 

 

Según Cedeño, paisanos le han prestado fincas, caballos o carros a cambio de aparecer en sus producciones. "Hasta eso les acepto, pero no plata", aclara. Otros "cineastas guerrilleros", como Nixon Chalacamá, han declarado que cobran a los que actúan dependiendo de cuánto aparezcan en el filme. 

 

Denostado por los "grandes directores", Cedeño admite que su cine es considerado "machista, violento, sexista y sangriento", una propuesta que, según Cueva, "el Estado no puede patrocinar". 

 

"Pero de algo estoy claro: somos los que más vendemos en las calles", se jacta Cedeño.

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